Aunque parezca raro todos los chicos de aquella época teníamos gusanos de seda, los teníamos en nuestra caja de zapatos y por las tardes después del colegio marchábamos a las moreras de la Fuente la Higuera a coger hojas, los cuidamos se compraban los vendíamos y se observaba como hacían los capullo, salían las mariposas y ponían los huevos y morían, y después a guardar la caja hasta que salían los nuevos gusanos, todo un arte de paciencia.
viernes, 12 de julio de 2013
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